lunes, 27 de septiembre de 2010

Las apariencias engañan

El fin de semana vi un programa de alguno de los 'chefs extremos' que recorren el mundo probando platillos que van de lo curioso a lo repugnante. Lo que más me llamó la atención fue la tendencia que existe en Bangkok de recrear alimentos como camarones o filete de pato con ingredientes vegetales. Ni siquiera para darles color se utilizan compuestos artificiales. Estas curiosidades están a la venta en puestos callejeros y restaurantes de lujo y están dirigidas al mercado vegetariano. En general, se parecen en el sabor, el color y la textura a los originales, y eso los ha hecho muy exitosos en la capital tailandesa. Todo esto para decir que mientras veía a las personas saciarse de apariencia, me pregunté por qué imitan algo cuyo consumo supuestamente 'desprecian' y lo disfrutan como si vencieran las barreras del 'vegetarianismo', aunque creo que más bien las extienden. En comida es un ejemplo inofensivo, pero ¿en cuántos espacios sociales y políticos se reproducirá el efecto en el que la apariencia, al devorar la esencia, se impone como lo único verdadero?

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