jueves, 2 de octubre de 2014

2 de octubre, ¿no se olvida?

Mi papá estaba en Tlatelolco cuando el 2 de octubre se volvió un día que no se olvida para México. No como estudiante y tampoco como policía, sólo como alguien que visitaba a un amigo en un departamento con vista a la Plaza de las Tres Culturas. No me voy a detener en su versión, sólo diré que vio las provocaciones y respuestas de ambos bandos y que, como todos, no justifica el desmedido uso de la fuerza pero, como pocos, tampoco santifica o victimiza como inocentes a los estudiantes. Desde luego que lo sucedido esa tarde de 1968 tiene que habitar nuestra memoria y ubicarse en la conciencia como un hecho que no debe repetirse jamás, pero no veo cómo las marchas que paralizan la Ciudad cada 2 de octubre contribuyen productivamente a la causa. De hecho, sospecho que una buena parte de los manifestantes ya ni podría responder preguntas básicas del hecho por el que protestan. Mi consejo es: no marchen por convivir. Y si lo hacen, no se pongan violentos e incendien a un policía, como sucedió el año pasado. Porque es mala onda y porque le quita poder al mensaje anti-violencia que quieren mandar. A los que marchan por convicción y con conocimiento, mi admiración.

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