martes, 26 de febrero de 2013

¡Sorpresa!


No sé cuántas veces leí en twitter esta noche que la detención de Elba Esther Gordillo no es más que una medida con intereses políticos o una forma desesperada de Peña Nieto para legitimar su poder. Aunque no puedo asegurarlo, intuyo que el único camino a la presidencia es la política y que una vez ahí, seguramente una de las metas principales es ejercer el poder a través de acciones que legitimen la autoridad. Entonces, no solo la detención de la 'Maestra', sino cada decisión que se toma en esa silla persigue determinados fines políticos. Seguramente detrás del sorpresivo golpe a la muy odiada Elba Esther hay varios tratos e intenciones impronunciables, siempre los hay. Pero da gusto que al menos alguna vez caiga alguien que lo merezca, sean cuales sean los motivos ocultos.  Sería ingenuo pensar que su detención equivale al fortalecimiento del sistema de justicia o al banderazo de una auténtica estrategia contra la corrupción. Es obvio también que la medida no persigue el bienestar de los trabajadores del SNTE, cuyas finanzas han sido mermadas desde hace décadas y a la vista de todos por la fanática de Louis Vuitton. Pero que es una medida acertada en términos de 'rating' para Peña Nieto, nadie lo puede negar: acaba con la villana del cuento, gana aplausos por 'tener pantalones' y envía un mensaje clarito sobre quién manda. Mientras tanto, Calderón se hace cada vez más pequeño, igual que las esperanzas de su partido por regresar a Los Pinos el siguiente sexenio. Porque para legitimar el poder hacen falta mucho más que ocurrencias -léase: voy a derrotar al narco yo solito-. Hay que hacer algunos cálculos antes.

 

Apunte extra: Ojalá cuiden que Elba Esther sea enjuicida con todas las de la ley, no vaya a resultar después que su abogado tomó lecciones sobre debido proceso con el de Cassez…

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